Durante más de diez años, AT&T ha intentado establecerse en el mercado mexicano de telecomunicaciones. Actualmente, la empresa estadounidense está planeando su salida del país. La compañía está trabajando con asesores para vender su filial mexicana, con la expectativa de obtener más de 2.000 millones de dólares, según un informe de Bloomberg. Aunque aún no se ha tomado una decisión final, este movimiento representa un cambio significativo para una de las mayores inversiones extranjeras en el sector de telecomunicaciones en México.
AT&T ingresó al mercado mexicano en 2014, cuando el gobierno de Enrique Peña Nieto abrió el sector a la competencia. Inicialmente, AT&T adquirió Grupo Iusacell por 2.500 millones de dólares al empresario Ricardo Salinas Pliego, y posteriormente compró las operaciones de Nextel México por 1.900 millones adicionales. En total, la inversión en México superó los 10.000 millones de dólares, pero no fue suficiente para competir con Telcel, que controla más del 60% del mercado.
El éxito de la operación no está garantizado, ya que el mercado mexicano está dominado por América Móvil, propiedad de la familia Slim, con la que AT&T ha tenido enfrentamientos públicos. En 2022, América Móvil acusó a AT&T de bloquear la obtención de una licencia de televisión, lo que provocó una disputa que culminó en enfrentamientos. Hace un año, AT&T vendió su participación en Sky México a Grupo Televisa.
La retirada de AT&T se suma a otros intentos fallidos de empresas extranjeras por consolidarse en el mercado mexicano. Telefónica, la compañía española que opera como Movistar, también está reduciendo su presencia en México y desde 2019 ha optado por alquilar la red de AT&T en lugar de invertir en infraestructura propia. Mientras tanto, AT&T ha intensificado su enfoque en Estados Unidos, invirtiendo en redes de fibra óptica y un modelo que combina servicios de telefonía e internet para el hogar.